La Hermandad del Calvario abrió ayer domingo, 8 de enero, se forma solemne el Año Jubilar en un acto que tuvo lugar en su sede canónica, la Real Parroquia de Santa María Magdalena.
A las diez y media de la mañana comenzó el mismo con los ritos iniciales de esta apertura jubilar que ha sido concedida a esta Corporación de la madrugada del Viernes Santo con motivo de la celebración de los cuatrocientos años de la hechura de su crucificado por el insigne imaginero Francisco de Ocampo.
Fue el párroco de Santa María Magdalena, director espitual de la Hermandad del Calvario, Monseñor Antonio Fernández Estévez, quien ante la puerta de Santo Domingo de dicho templo se dirigió a los allí presentes y en el interior de la iglesia por medio de la megafonía instalada. Tras una invocacion trinitaria y el saludo inicial, tomó la palabra el Secretario de la Hermandad del Calvario, quien hizo lectura del Decreto de la Penintenciaría Apostólica. Posteriormente el Prelado de Honor de Su Santidad con tres golpes de martillo abrió esta singular puerta de la Parroquia de Santa María Magdalena cruzándola en primer lugar la junta de gobierno del Calvario con su Hermano Mayor, Alejandro Alvarado al frente y los invitados a este histórico acontecimiento.
Tras este acto se inició Santa Misa celebrada por Monseñor Fernández Estevez con gran presencia de fieles y devotos.
Para ganar la Indulgencia plenaria del Año Jubilar: Se requiere recibir el Sacramento de la Penitencia y la Comunión eucarística, orar por las intenciones del Sumo Pontífice, y visitar devotamente la imagen del Santísimo Cristo del Calvario participando en alguna celebración sagrada comunitaria; o bien: ante la misma imagen del Cristo del Calvario, durante un cierto espacio de tiempo practicar consideraciones piadosas, que han de concluirse con el rezo del Padre Nuestro, del Credo y de oraciones de Cristo Crucificado y de la Virgen María Dolorosa.
Además, todos los fieles, incluso muchas veces al día, podrán ganar Indulgencia parcial, si al menos con corazón contrito, se ocuparen piadosamente en las obras de misericordia, de penitencia o evangelización propuestas por el Arzobispo de Sevilla, es decir, la visita a un enfermo por amor a Dios, la limosna a los pobres, las mortificaciones corporales, la oración al Señor por las vocaciones o por las misiones y los misioneros.
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